sábado, 17 de enero de 2009

Predestinados a la miseria*

Predestinados a la miseria*

Por Xiao Ming->Visítanos para saber la mejor manera de conocer China…¡Sin saber chino!

Atraídos por el desarrollo económico de las grandes urbes, 200 millones de campesinos pobres han emigrado de sus comunidades. Buscan mejorar las precarias condiciones en que viven.
Pero están destinados a ser ciudadanos de segunda. Un sistema de “registro familiar” les niega muchos de los derechos que tienen los nacidos en las ciudades -educación pública, cobertura médica, vivienda propia - y legaliza la desigualdad social. Permite además los abusos laborales y provoca el abandono de millones de niños en comunidades campesinas.

Son 200 millones y se les conoce como minggong: personas que emigran del campo a las ciudades en busca de empleo. Viven de manera precaria y, por más esfuerzos que hagan para mejorar su situación, son ciudadanos de segunda.
La razón: legalmente no tienen los mismos derechos que los residentes de las ciudades donde trabajan o buscan empleo. Ni ellos ni sus hijos ni sus nietos.
Tal es el resultado del sistema hukou (término que significa “hogar-boca-persona”). Es un “registro de familia” que deja sin cartillas de racionamiento, vivienda, educación pública, cobertura médica y derecho a contraer matrimonio a todo aquel que no resida en la localidad donde fue censado y donde dispone de su hukou. Y aunque se trata de un problema que afecta a todos los emigrantes, ataca sobre todo a los campesinos que se mudan a la ciudad.
Asi, este sistema crea una marcada desigualdad entre los habitantes del campo y la ciudad y, en los hechos, dicta el futuro de cada chino incluso antes de su nacimiento. Parte de una estratificación casi feudal que data de la época imperial, ya que los registros familiares existían desde la dinastía Xia, hace cuatro milenios. Sin embargo, el que lo perfeccionó a finales de los años cincuenta fue, curiosamente, un “adalid” de la igualdad: el Partido Comunista Chino.
Su objetivo: garantizar el buen funcionamiento de la economía planificada y evitar migraciones masivas a las ciudades.
Durante décadas, la policía realizó de manera regular controles sobre la población y expulsó a quienes no contaban con el documento que acreditara su hukou en la ciudad o no contara con un permiso de estancia. Pero la apertura económica iniciada en los años ochenta, abanderada por Deng Xiaoping, relajó los controles y las expulsiones disminuyeron. El milagro económico necesitaba mano de obra barata. Millones de campesinos se convirtieron en obreros. Además, al liberalizarse el mercado y surgir las empresas privadas, las cartillas de racionamiento perdieron gran parte de su valor.
Los minggong pagan los mismos impuestos que los residentes urbanos, pero ganan menos. Además, no tienen derecho, por ejemplo, a comprar una vivienda ni a acceder a los servicios médicos. Sus hijos, si los acompañan en su éxodo a la ciudad, no pueden estudiar en escuelas públicas.
De acuerdo con un informe de la Federación de Mujeres de Toda China -retomado el pasado 29 de febrero por el rotativo Shanghai Daily-, existen 58 millones de menores “abandonados” por sus padres, quienes emigraron a las ciudades en busca de progreso. La cifra representa, según el estudio, 21.72% del total de niños y adolescentes menores de 18 años del país. El informe destaca que sufren problemas psicológicos por carecer de la compañía y de las imágenes paternas. Apenas 38% de ellos son criados por los abuelos.
Según datos publicados en diciembre pasado por el diario Beijing Times, este año se graduarán en la capital 205 mil estudiantes. De ellos, sólo 80 mil poseen hukou de Beijing.
Esta situación se mantendrá durante el ejercicio de su profesión, pues la desigualdad no existe sólo entre el campo y la ciudad, sino también entre las distintas ciudades.
Las autoridades emitieron nuevas leyes que no favorecen la abolición del “registro familiar”. Por ejemplo: El ayuntamiento de Shanghai -ciudad donde este sistema se ha relajado- pretende aprobar una ley que prohíba la compra de vivienda a las personas cuyo hukou no sea de la ciudad, informó en enero pasado China Radio International. Con esta medida, las autoridades de Shanghai buscan moderar la demanda inmobiliaria.
*Basado en la investigación de Débora Altit Millán

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